Ante la nota publicada por este medio el pasado 16 de diciembre de 2025, que señalaba que Codelco no habría cumplido con la restauración del geoglifo de Talabre, la Estatal emitió una declaración pública para aclarar antecedentes relacionados con una eventual afectación al geoglifo, enfatizando que no existió una mala ejecución de los trabajos realizados en dicho sitio patrimonial. La empresa del Estado descartó categóricamente cualquier daño derivado de las labores de puesta en valor y mitigación del geoglifo, precisando que todas las acciones fueron debidamente autorizadas, monitoreadas y validadas por el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), organismo que posee la competencia exclusiva en materia de protección del patrimonio arqueológico en Chile. Según detalló Codelco, el CMN se pronunció conforme y sin observaciones, dando por cumplidos los compromisos asociados a esta intervención, proceso que se desarrolló entre 2018 y 2020. La intervención se enmarca en los compromisos voluntarios establecidos en el Estudio de Impacto Ambiental del proyecto RT Sulfuros, aprobado mediante la RCA N°22/2016, y fue ejecutada bajo estricto apego a la normativa vigente. Los trabajos estuvieron a cargo de una empresa ambiental con amplia experiencia en conservación patrimonial, aplicando metodologías reconocidas internacionalmente basadas en el principio de mínima intervención, y contando con equipos profesionales especializados en contextos de alta sensibilidad cultural. Asimismo, Codelco destacó la participación activa de comunidades indígenas del territorio, incorporando monitores de San Francisco de Chiu Chiu y del Valle de Lasana, lo que permitió un trabajo colaborativo y la elaboración de un libro testimonial que recoge los aprendizajes y principales hitos del proceso. Finalmente, la compañía reafirmó su compromiso con la protección del patrimonio cultural, la transparencia institucional y el cumplimiento irrestricto de la normativa, subrayando que toda la documentación técnica y administrativa se encuentra disponible ante las autoridades fiscalizadoras correspondientes.
Los geoglifos del norte de Chile vuelven a encender las alarmas del mundo académico y patrimonial. Esta vez, el foco está puesto en los Geoglifos de Talabre, ubicados en la Región de Antofagasta, cerca de Calama, cuya fallida “restauración” —financiada por la minera estatal Codelco en 2019— fue duramente cuestionada por un grupo de especialistas en una reciente publicación internacional. El estudio, difundido en la revista científica Rock Art Research, fue elaborado por Gonzalo Pimentel, Mariana Ugarte, Juan Gli, Javier Arévalo y Claudia Montero Poblete, integrantes de la Fundación Desierto de Atacama, organización que por más de una década ha investigado y difundido el patrimonio del Desierto de Atacama. Según los autores, la intervención realizada por la empresa minera alteró gravemente la morfología original de las figuras, generando un daño patrimonial que califican como comparable al “Ecce Homo de Borja”, símbolo mundial de restauraciones mal ejecutadas. El Geoglifo de Talabre representa una figura humana central de 17 metros de altura, atribuida al Período Formativo, entre 3.000 y 1.600 años de antigüedad, acompañada por otras figuras antropomórficas agregadas siglos después. Estas imágenes habrían servido como hitos visuales para las rutas caravaneras prehispánicas, visibles desde antiguos senderos del desierto. Sin embargo, la expansión extractiva moderna transformó radicalmente su entorno. La antigua laguna y salar de Talabre pasó a convertirse en un tranque de relaves de gran escala, administrado por Codelco. A pesar de ello, los geoglifos sobrevivieron durante décadas, aunque con marcas provocadas por el tránsito de vehículos pesados. La denominada “puesta en valor” anunciada por la minera en 2019 terminó, según el estudio, modificando rasgos esenciales de las figuras: brazos reubicados, vestimentas alteradas, báculos integrados erróneamente al cuerpo y hasta la desaparición de cabezas completas en algunas representaciones. Cambios que, para los investigadores, desvirtúan el sentido histórico y simbólico de este patrimonio ancestral. Los autores cuestionan que una empresa con acceso a tecnología de alta precisión haya ejecutado una intervención sin los estándares adecuados, dejando —según señalan— “un atentado patrimonial para la posteridad”. El caso reabre el debate sobre la protección efectiva del patrimonio arqueológico del norte de Chile y la urgente necesidad de protocolos rigurosos, fiscalización independiente y responsabilidad institucional en territorios sometidos a fuerte presión extractiva. El estudio concluye con una advertencia clara: sin una gestión seria y respetuosa del patrimonio, testimonios milenarios como los Geoglifos de Talabre podrían perderse definitivamente para las futuras generaciones.
Ante la nota publicada por este medio el pasado 16 de diciembre de 2025, que señalaba que Codelco no habría cumplido con la restauración del geoglifo de Talabre, la Estatal emitió una declaración pública para aclarar antecedentes relacionados con una eventual afectación al geoglifo, enfatizando que no existió una mala ejecución de los trabajos realizados en dicho sitio patrimonial. La empresa del Estado descartó categóricamente cualquier daño derivado de las labores de puesta en valor y mitigación del geoglifo, precisando que todas las acciones fueron debidamente autorizadas, monitoreadas y validadas por el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), organismo que posee la competencia exclusiva en materia de protección del patrimonio arqueológico en Chile. Según detalló Codelco, el CMN se pronunció conforme y sin observaciones, dando por cumplidos los compromisos asociados a esta intervención, proceso que se desarrolló entre 2018 y 2020. La intervención se enmarca en los compromisos voluntarios establecidos en el Estudio de Impacto Ambiental del proyecto RT Sulfuros, aprobado mediante la RCA N°22/2016, y fue ejecutada bajo estricto apego a la normativa vigente. Los trabajos estuvieron a cargo de una empresa ambiental con amplia experiencia en conservación patrimonial, aplicando metodologías reconocidas internacionalmente basadas en el principio de mínima intervención, y contando con equipos profesionales especializados en contextos de alta sensibilidad cultural. Asimismo, Codelco destacó la participación activa de comunidades indígenas del territorio, incorporando monitores de San Francisco de Chiu Chiu y del Valle de Lasana, lo que permitió un trabajo colaborativo y la elaboración de un libro testimonial que recoge los aprendizajes y principales hitos del proceso. Finalmente, la compañía reafirmó su compromiso con la protección del patrimonio cultural, la transparencia institucional y el cumplimiento irrestricto de la normativa, subrayando que toda la documentación técnica y administrativa se encuentra disponible ante las autoridades fiscalizadoras correspondientes.
Los geoglifos del norte de Chile vuelven a encender las alarmas del mundo académico y patrimonial. Esta vez, el foco está puesto en los Geoglifos de Talabre, ubicados en la Región de Antofagasta, cerca de Calama, cuya fallida “restauración” —financiada por la minera estatal Codelco en 2019— fue duramente cuestionada por un grupo de especialistas en una reciente publicación internacional. El estudio, difundido en la revista científica Rock Art Research, fue elaborado por Gonzalo Pimentel, Mariana Ugarte, Juan Gli, Javier Arévalo y Claudia Montero Poblete, integrantes de la Fundación Desierto de Atacama, organización que por más de una década ha investigado y difundido el patrimonio del Desierto de Atacama. Según los autores, la intervención realizada por la empresa minera alteró gravemente la morfología original de las figuras, generando un daño patrimonial que califican como comparable al “Ecce Homo de Borja”, símbolo mundial de restauraciones mal ejecutadas. El Geoglifo de Talabre representa una figura humana central de 17 metros de altura, atribuida al Período Formativo, entre 3.000 y 1.600 años de antigüedad, acompañada por otras figuras antropomórficas agregadas siglos después. Estas imágenes habrían servido como hitos visuales para las rutas caravaneras prehispánicas, visibles desde antiguos senderos del desierto. Sin embargo, la expansión extractiva moderna transformó radicalmente su entorno. La antigua laguna y salar de Talabre pasó a convertirse en un tranque de relaves de gran escala, administrado por Codelco. A pesar de ello, los geoglifos sobrevivieron durante décadas, aunque con marcas provocadas por el tránsito de vehículos pesados. La denominada “puesta en valor” anunciada por la minera en 2019 terminó, según el estudio, modificando rasgos esenciales de las figuras: brazos reubicados, vestimentas alteradas, báculos integrados erróneamente al cuerpo y hasta la desaparición de cabezas completas en algunas representaciones. Cambios que, para los investigadores, desvirtúan el sentido histórico y simbólico de este patrimonio ancestral. Los autores cuestionan que una empresa con acceso a tecnología de alta precisión haya ejecutado una intervención sin los estándares adecuados, dejando —según señalan— “un atentado patrimonial para la posteridad”. El caso reabre el debate sobre la protección efectiva del patrimonio arqueológico del norte de Chile y la urgente necesidad de protocolos rigurosos, fiscalización independiente y responsabilidad institucional en territorios sometidos a fuerte presión extractiva. El estudio concluye con una advertencia clara: sin una gestión seria y respetuosa del patrimonio, testimonios milenarios como los Geoglifos de Talabre podrían perderse definitivamente para las futuras generaciones.