La economía chilena registró un decepcionante desempeño en agosto. Según informó el Banco Central, el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) mostró un crecimiento de apenas 0,5% en comparación anual, cifra muy por debajo de las proyecciones de analistas que esperaban una expansión entre 0,9% y 2,2%. Este resultado se convierte en el segundo más bajo del año, dejando un balance acumulado de 2,35% en lo que va de 2025. El informe detalló que la serie desestacionalizada disminuyó 0,7% respecto al mes anterior, aunque en doce meses creció 1,3%. El desempeño estuvo afectado además por un día hábil menos en comparación con agosto de 2024. El principal factor que arrastró a la actividad fue la minería, que registró una fuerte contracción de 8,6%, explicada por la menor producción de cobre. En particular, la división El Teniente de Codelco aún no recupera su plena operación tras el accidente ocurrido a fines de julio. En general, la producción de bienes cayó 3,4%, con un retroceso adicional en generación eléctrica. Por otra parte, la industria anotó un leve aumento de 0,5%, gracias a la mayor elaboración de alimentos, aunque la industria química mostró un desempeño negativo. En contraste, los servicios crecieron 2,4% en términos anuales, impulsados por los servicios personales, especialmente educación, que repuntaron debido a la baja base de comparación del año anterior marcada por suspensiones de clases. También los servicios empresariales aportaron en menor medida. Pese al esfuerzo del comercio y los servicios, la caída de la minería terminó opacando el panorama económico del mes.
El Banco Central (BC) publicó su Informe de Política Monetaria (IPoM), en el que entregó evidencia sobre el impacto que han tenido los mayores costos laborales en el empleo. Según el organismo que dirige Rosanna Costa, medidas como la reducción de la jornada laboral y el aumento del salario mínimo han contribuido a un deterioro en la generación de puestos de trabajo. El BC precisó que entre abril de 2023 y enero de 2025 el salario mínimo subió un 24,5%, por sobre el IPC acumulado (7%) y el incremento promedio de remuneraciones (14,2%). Ese desajuste ha repercutido en las empresas, especialmente en aquellas con mayor proporción de trabajadores afectos al sueldo mínimo. De hecho, en esas compañías el empleo cayó en promedio 5,6%, mientras que en las menos expuestas se observó un mejor desempeño. El informe concluye que un aumento real como el registrado desde 2023 provoca una caída cercana al 1,5% en el empleo asalariado formal, con un efecto menor en el empleo total debido al rol amortiguador de la informalidad y el trabajo por cuenta propia. El impacto, advierte, no se limita a los trabajadores que reciben el salario mínimo, sino que también se extiende a quienes perciben sueldos cercanos a este. Las reacciones no se hicieron esperar. Cecilia Cifuentes, del ESE Business School, afirmó que la evidencia del BC demuestra que la agenda laboral ha encarecido el trabajo y restado dinamismo al mercado, incluso en un contexto de crecimiento económico mayor al previsto. David Bravo, de la Universidad Católica, criticó la “autocomplacencia” del Ejecutivo, señalando que se desoyeron las advertencias cuando se aplicaron reajustes imprudentes. Desde Libertad y Desarrollo, Ingrid Jones sostuvo que las leyes recientes “no han sido inocuas y seguirán afectando al empleo”. En la misma línea, Ricardo Ruiz de Viñaspre, exdirector de Sence, planteó que el Gobierno no ha mostrado medidas proactivas para incentivar la contratación y propuso reducir el impuesto corporativo. Por su parte, Cristián Duarte, exdirector de la Bolsa Nacional de Empleo, enfatizó que aumentar costos laborales en un escenario de bajo crecimiento y productividad “solo incrementa el desempleo”. En contraste, autoridades como el ministro de Hacienda, Nicolás Grau, han relativizado los hallazgos, asegurando que “no hay evidencia concluyente” de que el salario mínimo sea la principal causa del bajo dinamismo laboral. El debate reabre la discusión sobre los efectos de la agenda laboral en Chile y la necesidad de equilibrar mejoras en ingresos y derechos con la sostenibilidad del empleo formal.
La economía chilena registró un decepcionante desempeño en agosto. Según informó el Banco Central, el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) mostró un crecimiento de apenas 0,5% en comparación anual, cifra muy por debajo de las proyecciones de analistas que esperaban una expansión entre 0,9% y 2,2%. Este resultado se convierte en el segundo más bajo del año, dejando un balance acumulado de 2,35% en lo que va de 2025. El informe detalló que la serie desestacionalizada disminuyó 0,7% respecto al mes anterior, aunque en doce meses creció 1,3%. El desempeño estuvo afectado además por un día hábil menos en comparación con agosto de 2024. El principal factor que arrastró a la actividad fue la minería, que registró una fuerte contracción de 8,6%, explicada por la menor producción de cobre. En particular, la división El Teniente de Codelco aún no recupera su plena operación tras el accidente ocurrido a fines de julio. En general, la producción de bienes cayó 3,4%, con un retroceso adicional en generación eléctrica. Por otra parte, la industria anotó un leve aumento de 0,5%, gracias a la mayor elaboración de alimentos, aunque la industria química mostró un desempeño negativo. En contraste, los servicios crecieron 2,4% en términos anuales, impulsados por los servicios personales, especialmente educación, que repuntaron debido a la baja base de comparación del año anterior marcada por suspensiones de clases. También los servicios empresariales aportaron en menor medida. Pese al esfuerzo del comercio y los servicios, la caída de la minería terminó opacando el panorama económico del mes.
El Banco Central (BC) publicó su Informe de Política Monetaria (IPoM), en el que entregó evidencia sobre el impacto que han tenido los mayores costos laborales en el empleo. Según el organismo que dirige Rosanna Costa, medidas como la reducción de la jornada laboral y el aumento del salario mínimo han contribuido a un deterioro en la generación de puestos de trabajo. El BC precisó que entre abril de 2023 y enero de 2025 el salario mínimo subió un 24,5%, por sobre el IPC acumulado (7%) y el incremento promedio de remuneraciones (14,2%). Ese desajuste ha repercutido en las empresas, especialmente en aquellas con mayor proporción de trabajadores afectos al sueldo mínimo. De hecho, en esas compañías el empleo cayó en promedio 5,6%, mientras que en las menos expuestas se observó un mejor desempeño. El informe concluye que un aumento real como el registrado desde 2023 provoca una caída cercana al 1,5% en el empleo asalariado formal, con un efecto menor en el empleo total debido al rol amortiguador de la informalidad y el trabajo por cuenta propia. El impacto, advierte, no se limita a los trabajadores que reciben el salario mínimo, sino que también se extiende a quienes perciben sueldos cercanos a este. Las reacciones no se hicieron esperar. Cecilia Cifuentes, del ESE Business School, afirmó que la evidencia del BC demuestra que la agenda laboral ha encarecido el trabajo y restado dinamismo al mercado, incluso en un contexto de crecimiento económico mayor al previsto. David Bravo, de la Universidad Católica, criticó la “autocomplacencia” del Ejecutivo, señalando que se desoyeron las advertencias cuando se aplicaron reajustes imprudentes. Desde Libertad y Desarrollo, Ingrid Jones sostuvo que las leyes recientes “no han sido inocuas y seguirán afectando al empleo”. En la misma línea, Ricardo Ruiz de Viñaspre, exdirector de Sence, planteó que el Gobierno no ha mostrado medidas proactivas para incentivar la contratación y propuso reducir el impuesto corporativo. Por su parte, Cristián Duarte, exdirector de la Bolsa Nacional de Empleo, enfatizó que aumentar costos laborales en un escenario de bajo crecimiento y productividad “solo incrementa el desempleo”. En contraste, autoridades como el ministro de Hacienda, Nicolás Grau, han relativizado los hallazgos, asegurando que “no hay evidencia concluyente” de que el salario mínimo sea la principal causa del bajo dinamismo laboral. El debate reabre la discusión sobre los efectos de la agenda laboral en Chile y la necesidad de equilibrar mejoras en ingresos y derechos con la sostenibilidad del empleo formal.