El recién reelecto presidente de la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI), Jorge Riesco, planteó que el gran desafío del sector es romper con el estancamiento de más de dos décadas en la producción nacional de cobre, que se mantiene en torno a los 5,3 millones de toneladas anuales. En contraste, Perú ha incrementado sostenidamente su producción y China concentra ya cerca del 50% de la capacidad mundial de fundición. Riesco fue enfático en advertir que, si Chile no agiliza sus procesos y habilita nuevos proyectos, “el país corre el riesgo de quedarse atrás en la transición energética”. A su juicio, el liderazgo histórico en cobre ya no está asegurado, pues otros competidores avanzan mientras la minería chilena permanece inmóvil. Uno de los principales obstáculos que identificó el dirigente gremial son los permisos ambientales, cuyo trámite calificó de lento y burocrático, pese a ciertos avances normativos. También cuestionó la reforma a las patentes mineras, que —dijo— eleva costos sin fomentar la exploración, enviando señales negativas al mercado y restando atractivo a Chile frente a otros productores. Riesco subrayó, además, el potencial desaprovechado de la pequeña y mediana minería, que sigue enfrentando límites regulatorios que restringen su aporte. “No podemos frenar a los pequeños productores cuando el país necesita más cobre”, recalcó. En relación con la reciente fusión entre Anglo American y Teck, señaló que refleja un escenario global de alta competencia, donde los grandes actores buscan escala y eficiencia para responder a mayores exigencias ambientales. Finalmente, Riesco llamó a tomar decisiones rápidas y a implementar reformas profundas para recuperar competitividad: “Si no reaccionamos ahora, perderemos la oportunidad histórica de consolidarnos como el proveedor confiable de minerales para la transición energética”.
El recién reelecto presidente de la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI), Jorge Riesco, planteó que el gran desafío del sector es romper con el estancamiento de más de dos décadas en la producción nacional de cobre, que se mantiene en torno a los 5,3 millones de toneladas anuales. En contraste, Perú ha incrementado sostenidamente su producción y China concentra ya cerca del 50% de la capacidad mundial de fundición. Riesco fue enfático en advertir que, si Chile no agiliza sus procesos y habilita nuevos proyectos, “el país corre el riesgo de quedarse atrás en la transición energética”. A su juicio, el liderazgo histórico en cobre ya no está asegurado, pues otros competidores avanzan mientras la minería chilena permanece inmóvil. Uno de los principales obstáculos que identificó el dirigente gremial son los permisos ambientales, cuyo trámite calificó de lento y burocrático, pese a ciertos avances normativos. También cuestionó la reforma a las patentes mineras, que —dijo— eleva costos sin fomentar la exploración, enviando señales negativas al mercado y restando atractivo a Chile frente a otros productores. Riesco subrayó, además, el potencial desaprovechado de la pequeña y mediana minería, que sigue enfrentando límites regulatorios que restringen su aporte. “No podemos frenar a los pequeños productores cuando el país necesita más cobre”, recalcó. En relación con la reciente fusión entre Anglo American y Teck, señaló que refleja un escenario global de alta competencia, donde los grandes actores buscan escala y eficiencia para responder a mayores exigencias ambientales. Finalmente, Riesco llamó a tomar decisiones rápidas y a implementar reformas profundas para recuperar competitividad: “Si no reaccionamos ahora, perderemos la oportunidad histórica de consolidarnos como el proveedor confiable de minerales para la transición energética”.