Este lunes 11 de septiembre en La Entrevista estuvo Miriam Gutiérrez, profesora de religión en la Universidad del Norte cuando ocurre el golpe de Estado en 1973. La docente que trabajó como orientadora en la casa de estudios vivió en carne propia una detención y luego los efectos de la persecución política durante la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte. Miriam relata sus primeros pasos como estudiante, camino que la llevó a ordenarse como religiosa. Fui alumna de la Universidad del Norte, el segundo año de fundación en 1957. Hice el primer año de pedagogía en Inglés y allí conocí a las hermanas del Divino Maestro, que eran las que había traído el arzobispo Francisco de Borja Valenzuela Ríos. Él trajo a unas religiosas que conocía desde Rancagua. La hermana Elsa, una de ellas, la Aidé. Había tres o cuatro, no eran muchas. Y como desde chica tenía esa intención de ser religiosa, me pareció que esa era la congregación adecuada. Siempre he sido un poco rebelde, por eso no me calzaban los otros conventos, recuerda Miriam sobre su juventud. Luego vivió en Buenos Aires, Argentina y volvió en 1968 a Antofagasta. Llego como religiosa con votos perpetuos a la universidad, traida por monseñor Francisco de Borja igualmente y ya tenía mis cursos de orientación, mis cursos de teología. Ya para el 11 de septiembre de 1973, Miriam había dejado los hábitos y conocido a su marido, con quien tenía una hija de pocos meses. Yo no le digo golpe de Estado, le digo golpe al Estado (...) curiosamente entre aquellas personas que tuve que atender y que quedaron parece -contentos con mi aporte- estaban los que decidían quién se iba y quién no se iba. Unas historias muy especiales que nunca las he contado con detalle, porque por ahí no va la cosa, advierte la docente. Y añade, supongo que por ese lado pude seguir hasta el '74, cuando a fines de ese año mandan a estas personas a ocupar cargos muy importantes en Chile, en otras ciudades. Quedo un poco más desamparada, yo estaba con mi chapa de que la monja Miriam es revoltosa (...) y en el '75 me exoneraron. En ese momento, Miriam enfrentó el desempleo. Había que parar la olla. Por lo tanto, vendí ropa usada, trabajé en un restorán lavando loza, después me ascendieron a cajera, hice un poco mi carrera ahí, en fin en varias cosas. Sé lo que es estar detenida. Sé lo que es sentir la muerte, sé lo que es pensar que mi hija va a quedar sin papá y si mamá. Y muchas cosas más, retrocede en sus vivencias en dictadura. Había momentos en que la gente no se quería conectar mucho con uno. Amistades que desde lejos me hacían señas, pero cuidándose de que a lo mejor el acercarse a mi podía comprometerlos. Reinaba el miedo y el miedo te aisla, reflexiona Miriam. La profesora recuerda que sus alumnos le avisaban sobre sospechosos que la perseguían. A mi de repente los alumnos del San José (colegio) me avisaban -afuera están los mismos de siempre- que llegan detrás de usted. Una vez me llamaron literal de la CNI (organismo de persecución durante la dictadura) a una entrevista, no quise ir sola, fui con la abogada Alicia Vidal como respaldo. Sobre la persecución política para retormar sus labores de orientadora, Miriam desentraña un episodio oscuro. Se comunica conmigo el profesor Carlos Herrera del Liceo 2, él era director. Me dice que necesita una orientadora (...) maravilloso llegué con todo el ánimo a trabajar, con toda la fuerza. Pasó el primer mes y me dice no te puedo pagar todavía, porque aún no sale la autorización. Como a los cuatro meses me llaman de la Intendencia para ratificar mi permanencia como orientadora, me dicen que ahí me tienen que pagar lo que había trabajado. Y me encuentro con una escena muy impresionante, advierte. Un señor que era abogado y encargado de educación en ese momento, con tres señores detrás parados, muy corpulentos. Me dice que no me van a contratar porque no existe el cargo y me aconseja que no siga insistiendo en trabajar en ningún colegio, porque hay orden de que no se me contrate. Entonces esa fue la lápida que cayó sobre mi, después de tantos meses batallando por la vida, repara la profesora. Para después llegar a una conclusión, cuando a uno la detienen o la torturan, no termina cuando la liberan. Hay una cosa que permanece, un dolor, una llaga y una consecuencia. Continúa viendo La Entrevista: Puedes revisar más contenido similar en Más Noticias Noche a las 21:00 horas por nuestra Señal en Vivo. También el canal 16 de VTR, Movistar Play en Canales Regionales, Señal abierta HD 14.2.-
Este lunes 11 de septiembre en La Entrevista estuvo Miriam Gutiérrez, profesora de religión en la Universidad del Norte cuando ocurre el golpe de Estado en 1973. La docente que trabajó como orientadora en la casa de estudios vivió en carne propia una detención y luego los efectos de la persecución política durante la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte. Miriam relata sus primeros pasos como estudiante, camino que la llevó a ordenarse como religiosa. Fui alumna de la Universidad del Norte, el segundo año de fundación en 1957. Hice el primer año de pedagogía en Inglés y allí conocí a las hermanas del Divino Maestro, que eran las que había traído el arzobispo Francisco de Borja Valenzuela Ríos. Él trajo a unas religiosas que conocía desde Rancagua. La hermana Elsa, una de ellas, la Aidé. Había tres o cuatro, no eran muchas. Y como desde chica tenía esa intención de ser religiosa, me pareció que esa era la congregación adecuada. Siempre he sido un poco rebelde, por eso no me calzaban los otros conventos, recuerda Miriam sobre su juventud. Luego vivió en Buenos Aires, Argentina y volvió en 1968 a Antofagasta. Llego como religiosa con votos perpetuos a la universidad, traida por monseñor Francisco de Borja igualmente y ya tenía mis cursos de orientación, mis cursos de teología. Ya para el 11 de septiembre de 1973, Miriam había dejado los hábitos y conocido a su marido, con quien tenía una hija de pocos meses. Yo no le digo golpe de Estado, le digo golpe al Estado (...) curiosamente entre aquellas personas que tuve que atender y que quedaron parece -contentos con mi aporte- estaban los que decidían quién se iba y quién no se iba. Unas historias muy especiales que nunca las he contado con detalle, porque por ahí no va la cosa, advierte la docente. Y añade, supongo que por ese lado pude seguir hasta el '74, cuando a fines de ese año mandan a estas personas a ocupar cargos muy importantes en Chile, en otras ciudades. Quedo un poco más desamparada, yo estaba con mi chapa de que la monja Miriam es revoltosa (...) y en el '75 me exoneraron. En ese momento, Miriam enfrentó el desempleo. Había que parar la olla. Por lo tanto, vendí ropa usada, trabajé en un restorán lavando loza, después me ascendieron a cajera, hice un poco mi carrera ahí, en fin en varias cosas. Sé lo que es estar detenida. Sé lo que es sentir la muerte, sé lo que es pensar que mi hija va a quedar sin papá y si mamá. Y muchas cosas más, retrocede en sus vivencias en dictadura. Había momentos en que la gente no se quería conectar mucho con uno. Amistades que desde lejos me hacían señas, pero cuidándose de que a lo mejor el acercarse a mi podía comprometerlos. Reinaba el miedo y el miedo te aisla, reflexiona Miriam. La profesora recuerda que sus alumnos le avisaban sobre sospechosos que la perseguían. A mi de repente los alumnos del San José (colegio) me avisaban -afuera están los mismos de siempre- que llegan detrás de usted. Una vez me llamaron literal de la CNI (organismo de persecución durante la dictadura) a una entrevista, no quise ir sola, fui con la abogada Alicia Vidal como respaldo. Sobre la persecución política para retormar sus labores de orientadora, Miriam desentraña un episodio oscuro. Se comunica conmigo el profesor Carlos Herrera del Liceo 2, él era director. Me dice que necesita una orientadora (...) maravilloso llegué con todo el ánimo a trabajar, con toda la fuerza. Pasó el primer mes y me dice no te puedo pagar todavía, porque aún no sale la autorización. Como a los cuatro meses me llaman de la Intendencia para ratificar mi permanencia como orientadora, me dicen que ahí me tienen que pagar lo que había trabajado. Y me encuentro con una escena muy impresionante, advierte. Un señor que era abogado y encargado de educación en ese momento, con tres señores detrás parados, muy corpulentos. Me dice que no me van a contratar porque no existe el cargo y me aconseja que no siga insistiendo en trabajar en ningún colegio, porque hay orden de que no se me contrate. Entonces esa fue la lápida que cayó sobre mi, después de tantos meses batallando por la vida, repara la profesora. Para después llegar a una conclusión, cuando a uno la detienen o la torturan, no termina cuando la liberan. Hay una cosa que permanece, un dolor, una llaga y una consecuencia. Continúa viendo La Entrevista: Puedes revisar más contenido similar en Más Noticias Noche a las 21:00 horas por nuestra Señal en Vivo. También el canal 16 de VTR, Movistar Play en Canales Regionales, Señal abierta HD 14.2.-