En el imaginario común los volcanes son grandes estructuras geológicas que con su imponente presencia configuran cualquier paisaje. Aunque también existen los monogenéticos que son mucho más pequeños, es el caso del volcán La Poruña. Ubicado 75 kilómetros al norte de Calama en la Región de Antofagasta, cerca de Estación San Pedro al costado de la Ruta internacional CH-21. El cono de escoria o piroclástico de tan solo 120 metros de altura, capta la atención de los automovilistas que pasan por la carretera, tanto por su forma perfectamente cónica como por su característico color negruzco a rojizo. El magma que alimentó esta erupción proviene de zonas profundas de la corteza terrestre, del orden de 40 km, comparado a los grandes estratovolcanes circundantes, como el San Pedro, que tienen reservorios magmáticos más someros, en el orden de los 10 km de profundidad, detalla el investigador postdoctoral del Instituto Milenio Ckelar Volcanes, Pablo Salas. ¿Cómo nació el volcán La Poruña? El momento exacto en el cual ocurrió la erupción del volcán La Poruña se desconoce, comenta el experto en petrología. Pero gracias a dataciones radiométricas, técnicas científicas para estimar la edad de procesos geológicos, se ha podido determinar que la erupción sucedió hace unos 100 mil años, lo que en tiempos geológicos se considera relativamente reciente. Al venir de zonas profundas, el magma trae consigo una gran cantidad de gases, los cuales al disminuir la presión, se expanden y alimentan la formación de sucesivas explosiones en la superficie de la Tierra. Estos dispersan piroclastos (fragmentos de magma muy vesicular) a una distancia constante alrededor de la fuente, acumulándose y formando un cono piroclástico o cono de escoria. Todo esto ocurre a temperaturas del orden de 1000°C, con lo cual los fragmentos se van soldando unos con otros, explica Salas. La superficie plana donde surgió este volcán, sumada a las condiciones de baja erosión en el Desierto de Atacama, han permitido la morfología perfecta y la preservación de esta icónica forma volcánica. Por otra parte, su tonalidad negra rojiza se debe a la composición química de sus productos, que son ricos en hierro y magnesio. La segunda etapa del evento corresponde a una etapa efusiva: cuando el magma ha evacuado gran parte de sus gases (principalmente vapor de agua, dióxido de carbono y azufre), desde la base del cono se evacuaron abundantes flujos de lava, los cuales se dispersaron hacia el oeste, alcanzando distancias de hasta 8 km al cono. Este tipo de eventos eruptivos, pueden durar desde meses hasta años. ¿Hijo del volcán San Pedro? Debido a su cercanía, se piensa que La Poruña es como un hijo del estratovolcán San Pedro, sin embargo, se tratan de distintos tipos de volcanes que no tienen demasiada familiaridad. La diferencia está en que los volcanes tienen un reservorio de magma, una especie de piscina donde se almacena. El reservorio de los estratovolcanes se ubica en la zona somera de la corteza terrestre, en el caso del volcán San Pedro, a unos 8 a 15 km de profundidad. Mientras que el reservorio del volcán La Poruña proviene de la corteza profunda, a más de 25 km de profundidad. Asimismo, estos dos volcanes presentan conductos volcánicos independientes. Otra de las importantes características, detalla el investigador Ckelar, es el tiempo de ascenso del magma desde el manto a la superficie, el que para estos dos volcanes, San Pedro y La Poruña, aún está en investigación. Otros estudios indican que el ascenso del magma en los estratovolcanes puede ser de años, por ejemplo, el del volcán Llaima en la erupción de 2008. Se estima que previo a la erupción el magma demoró alrededor de cinco años en su travesía desde el manto a la superficie. Mientras, en el caso de otros volcanes monogenéticos como Los Hornitos en la región del Maule, este mismo proceso duró tan solo unos días, explica Pablo Salas. ¿La Poruña presenta actividad? Actualmente no presenta ninguna actividad, lo que es también característico de este tipo de volcanes, que presentan una sola gran erupción, o de lo contrario pequeñas erupciones discontinuas en su registro geológico. Para abordar las últimas investigaciones de este tipo de volcanes en Chile y el mundo, desde el 4 al 8 de noviembre de 2024, se realizará en Chile (San Pedro de Atacama, Antofagasta), la primera Conferencia Internacional de Volcanismo Monogenético, IMC, por sus siglas en inglés. Esta reunión científica es desarrollada por la Comisión de Volcanismo Monogenético de la Asociación Internacional de Volcanología y Química del Interior de la Tierra (CMV-IAVCEI) y un Comité Organizador local liderado por Gabriel Ureta, investigador del Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico – Ckelar Volcanes. La presentación de resúmenes estará abierta hasta el 30 de junio de 2024. Más información aquí.
“Cada volcán tiene su propia personalidad y a pesar de que cada uno de ellos es único en su comportamiento y tiene características específicas, existen ciertas cualidades, una serie de rasgos que podemos observar los volcanólogos para entender y clasificar su naturaleza”, explica la investigadora magíster del Instituto Milenio Ckelar Volcanes, Michelle Villalta, quien busca entender el comportamiento del volcán Lascar, un estratovolcán de más de 5 mil metros de altura sobre el nivel del mar, a partir del análisis de su sismicidad entre los años 2021 y 2023. Los volcanes activos presentan actividad constantemente en Chile y el mundo. En un día “normal” los instrumentos de monitoreo volcánico pueden captar las “pequeñas vibraciones” del macizo, que pueden registrar algunas decenas de datos. De acuerdo a la experta, cuando aumenta la actividad se pueden registrar cientos de sismos en un solo día, lo que no significa necesariamente que el volcán entrará en actividad eruptiva. “Puede que ese volcán solo esté presentando algún cambio interno, como un ascenso en el nivel del magma, un fracturamiento en el edificio volcánico (estructura interna del volcán), u otro indicio de actividad. Todo eso debemos estudiarlo para entender qué es lo que está pasando realmente con ese volcán”, afirma Michelle Villalta. Precursores volcánicos El estudio de la volcanóloga Ckelar, por sí mismo, busca identificar los precursores de actividad volcánica específicamente en el volcán Lascar, es decir, indicadores que presenten una alta probabilidad de que ocurra una erupción. Estos precursores pueden estar relacionados a diversos procesos de actividad interna del volcán, y se pueden presentar en períodos de horas, semanas, meses o incluso, años. “Pero no todos los volcanes pueden manifestar señales precursoras y no todos los indicios de aumento de los precursores terminan en erupción ”, puntualiza la científica. Identificar precursores de actividad en los volcanes puede ser bastante complejo y se pueden reconocer a partir de diversos métodos. En este estudio se busca reconocer estos precursores, mediante el análisis de series de tiempo de datos sísmicos y así, determinar si los precursores identificados están correlacionados con la actividad volcánica. A partir del análisis del conjunto de los datos sísmicos, la investigadora podrá obtener un umbral de la actividad del volcán, y así poder observar los períodos en los que ocurre algún evento o proceso interno en el volcán. Esto permitiría incluso, obtener una clasificación de esta actividad interna, en base a los sismos, y que se puede categorizar en tres niveles: donde algunos datos “no presentan actividad significante”, u otros se pueden entender como “inestables”, o presenta “actividad eruptiva”. La personalidad de los volcanes Lo que permitirá este proyecto para obtener el grado de magíster en la Universidad Católica del Norte, finalmente, es entender de mejor manera la “personalidad” del volcán, es decir, cómo se comporta en el tiempo, cuáles son los factores que desencadenan actividad inusual, observando los sismos del volcán, pero también, complementarlo con datos multiparamétricos, como el análisis de los flujos de SO2, y la radiancia termal que se obtiene desde imágenes satelitales para ver la temperatura del volcán, entre otros. “El conjunto de todos estos datos analizados, me permitirá tener la información para poder entender cómo se comporta el volcán y si en los datos complementarios se observa que ocurre algo y en la sismicidad se refleja lo mismo, se puede acotar de mejor manera los períodos en los que ocurre cierta actividad, para tener un mejor entendimiento de los potenciales mecanismos de actividad, o incluso eruptivos del volcán”, explica la volcanóloga Michelle Villalta. El modelo entregará conocimiento de muchos aspectos del volcán a partir de su sismicidad y, a futuro, los instrumentos transmitan datos en tiempo real en el volcán más activo del norte de Chile, el modelo podría aplicarse para contribuir en el pronóstico de su actividad eruptiva.
En el imaginario común los volcanes son grandes estructuras geológicas que con su imponente presencia configuran cualquier paisaje. Aunque también existen los monogenéticos que son mucho más pequeños, es el caso del volcán La Poruña. Ubicado 75 kilómetros al norte de Calama en la Región de Antofagasta, cerca de Estación San Pedro al costado de la Ruta internacional CH-21. El cono de escoria o piroclástico de tan solo 120 metros de altura, capta la atención de los automovilistas que pasan por la carretera, tanto por su forma perfectamente cónica como por su característico color negruzco a rojizo. El magma que alimentó esta erupción proviene de zonas profundas de la corteza terrestre, del orden de 40 km, comparado a los grandes estratovolcanes circundantes, como el San Pedro, que tienen reservorios magmáticos más someros, en el orden de los 10 km de profundidad, detalla el investigador postdoctoral del Instituto Milenio Ckelar Volcanes, Pablo Salas. ¿Cómo nació el volcán La Poruña? El momento exacto en el cual ocurrió la erupción del volcán La Poruña se desconoce, comenta el experto en petrología. Pero gracias a dataciones radiométricas, técnicas científicas para estimar la edad de procesos geológicos, se ha podido determinar que la erupción sucedió hace unos 100 mil años, lo que en tiempos geológicos se considera relativamente reciente. Al venir de zonas profundas, el magma trae consigo una gran cantidad de gases, los cuales al disminuir la presión, se expanden y alimentan la formación de sucesivas explosiones en la superficie de la Tierra. Estos dispersan piroclastos (fragmentos de magma muy vesicular) a una distancia constante alrededor de la fuente, acumulándose y formando un cono piroclástico o cono de escoria. Todo esto ocurre a temperaturas del orden de 1000°C, con lo cual los fragmentos se van soldando unos con otros, explica Salas. La superficie plana donde surgió este volcán, sumada a las condiciones de baja erosión en el Desierto de Atacama, han permitido la morfología perfecta y la preservación de esta icónica forma volcánica. Por otra parte, su tonalidad negra rojiza se debe a la composición química de sus productos, que son ricos en hierro y magnesio. La segunda etapa del evento corresponde a una etapa efusiva: cuando el magma ha evacuado gran parte de sus gases (principalmente vapor de agua, dióxido de carbono y azufre), desde la base del cono se evacuaron abundantes flujos de lava, los cuales se dispersaron hacia el oeste, alcanzando distancias de hasta 8 km al cono. Este tipo de eventos eruptivos, pueden durar desde meses hasta años. ¿Hijo del volcán San Pedro? Debido a su cercanía, se piensa que La Poruña es como un hijo del estratovolcán San Pedro, sin embargo, se tratan de distintos tipos de volcanes que no tienen demasiada familiaridad. La diferencia está en que los volcanes tienen un reservorio de magma, una especie de piscina donde se almacena. El reservorio de los estratovolcanes se ubica en la zona somera de la corteza terrestre, en el caso del volcán San Pedro, a unos 8 a 15 km de profundidad. Mientras que el reservorio del volcán La Poruña proviene de la corteza profunda, a más de 25 km de profundidad. Asimismo, estos dos volcanes presentan conductos volcánicos independientes. Otra de las importantes características, detalla el investigador Ckelar, es el tiempo de ascenso del magma desde el manto a la superficie, el que para estos dos volcanes, San Pedro y La Poruña, aún está en investigación. Otros estudios indican que el ascenso del magma en los estratovolcanes puede ser de años, por ejemplo, el del volcán Llaima en la erupción de 2008. Se estima que previo a la erupción el magma demoró alrededor de cinco años en su travesía desde el manto a la superficie. Mientras, en el caso de otros volcanes monogenéticos como Los Hornitos en la región del Maule, este mismo proceso duró tan solo unos días, explica Pablo Salas. ¿La Poruña presenta actividad? Actualmente no presenta ninguna actividad, lo que es también característico de este tipo de volcanes, que presentan una sola gran erupción, o de lo contrario pequeñas erupciones discontinuas en su registro geológico. Para abordar las últimas investigaciones de este tipo de volcanes en Chile y el mundo, desde el 4 al 8 de noviembre de 2024, se realizará en Chile (San Pedro de Atacama, Antofagasta), la primera Conferencia Internacional de Volcanismo Monogenético, IMC, por sus siglas en inglés. Esta reunión científica es desarrollada por la Comisión de Volcanismo Monogenético de la Asociación Internacional de Volcanología y Química del Interior de la Tierra (CMV-IAVCEI) y un Comité Organizador local liderado por Gabriel Ureta, investigador del Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico – Ckelar Volcanes. La presentación de resúmenes estará abierta hasta el 30 de junio de 2024. Más información aquí.
“Cada volcán tiene su propia personalidad y a pesar de que cada uno de ellos es único en su comportamiento y tiene características específicas, existen ciertas cualidades, una serie de rasgos que podemos observar los volcanólogos para entender y clasificar su naturaleza”, explica la investigadora magíster del Instituto Milenio Ckelar Volcanes, Michelle Villalta, quien busca entender el comportamiento del volcán Lascar, un estratovolcán de más de 5 mil metros de altura sobre el nivel del mar, a partir del análisis de su sismicidad entre los años 2021 y 2023. Los volcanes activos presentan actividad constantemente en Chile y el mundo. En un día “normal” los instrumentos de monitoreo volcánico pueden captar las “pequeñas vibraciones” del macizo, que pueden registrar algunas decenas de datos. De acuerdo a la experta, cuando aumenta la actividad se pueden registrar cientos de sismos en un solo día, lo que no significa necesariamente que el volcán entrará en actividad eruptiva. “Puede que ese volcán solo esté presentando algún cambio interno, como un ascenso en el nivel del magma, un fracturamiento en el edificio volcánico (estructura interna del volcán), u otro indicio de actividad. Todo eso debemos estudiarlo para entender qué es lo que está pasando realmente con ese volcán”, afirma Michelle Villalta. Precursores volcánicos El estudio de la volcanóloga Ckelar, por sí mismo, busca identificar los precursores de actividad volcánica específicamente en el volcán Lascar, es decir, indicadores que presenten una alta probabilidad de que ocurra una erupción. Estos precursores pueden estar relacionados a diversos procesos de actividad interna del volcán, y se pueden presentar en períodos de horas, semanas, meses o incluso, años. “Pero no todos los volcanes pueden manifestar señales precursoras y no todos los indicios de aumento de los precursores terminan en erupción ”, puntualiza la científica. Identificar precursores de actividad en los volcanes puede ser bastante complejo y se pueden reconocer a partir de diversos métodos. En este estudio se busca reconocer estos precursores, mediante el análisis de series de tiempo de datos sísmicos y así, determinar si los precursores identificados están correlacionados con la actividad volcánica. A partir del análisis del conjunto de los datos sísmicos, la investigadora podrá obtener un umbral de la actividad del volcán, y así poder observar los períodos en los que ocurre algún evento o proceso interno en el volcán. Esto permitiría incluso, obtener una clasificación de esta actividad interna, en base a los sismos, y que se puede categorizar en tres niveles: donde algunos datos “no presentan actividad significante”, u otros se pueden entender como “inestables”, o presenta “actividad eruptiva”. La personalidad de los volcanes Lo que permitirá este proyecto para obtener el grado de magíster en la Universidad Católica del Norte, finalmente, es entender de mejor manera la “personalidad” del volcán, es decir, cómo se comporta en el tiempo, cuáles son los factores que desencadenan actividad inusual, observando los sismos del volcán, pero también, complementarlo con datos multiparamétricos, como el análisis de los flujos de SO2, y la radiancia termal que se obtiene desde imágenes satelitales para ver la temperatura del volcán, entre otros. “El conjunto de todos estos datos analizados, me permitirá tener la información para poder entender cómo se comporta el volcán y si en los datos complementarios se observa que ocurre algo y en la sismicidad se refleja lo mismo, se puede acotar de mejor manera los períodos en los que ocurre cierta actividad, para tener un mejor entendimiento de los potenciales mecanismos de actividad, o incluso eruptivos del volcán”, explica la volcanóloga Michelle Villalta. El modelo entregará conocimiento de muchos aspectos del volcán a partir de su sismicidad y, a futuro, los instrumentos transmitan datos en tiempo real en el volcán más activo del norte de Chile, el modelo podría aplicarse para contribuir en el pronóstico de su actividad eruptiva.