La felicidad es un estado emocional y subjetivo que se define como un bienestar general y satisfacción con la vida. Aunque su manifestación varía de persona a persona, los investigadores han desarrollado diversas herramientas y métodos para intentar cuantificarla desde una perspectiva científica. Por ejemplo, el test de felicidad del científico Martin Seligman, conocido como Inventario de Felicidad Auténtica, evalúa diferentes aspectos del bienestar subjetivo y la felicidad en las personas. Este test se administra a través del sitio web Authentic Happiness de la Universidad de Pensilvania, proporcionando información sobre cómo se comparan los resultados del usuario con otros individuos y grupos demográficos. Además, existen otras herramientas como la Escala General de Felicidad creada por Sonja Lyubomirsky o el cuestionario PANAS (Positive and Negative Affect Schedule) que examina los estados de ánimo positivos y negativos. También se destacan medidas objetivas de la felicidad, incluyendo indicadores fisiológicos, sociales y económicos. Los niveles de felicidad pueden verse influenciados por factores genéticos, ambientales y culturales. Estudios transculturales han demostrado que las normas culturales influyen en las percepciones y expresiones de la felicidad. Varios factores pueden influir en los niveles de felicidad de una persona. Estos incluyen factores genéticos, como la predisposición a experimentar emociones positivas, así como factores ambientales y sociales, como las relaciones interpersonales, el sentido de propósito y la calidad del entorno físico y social. Pero además de las mediciones subjetivas, los científicos también han explorado indicadores objetivos de la felicidad. Estos incluyen medidas fisiológicas, como la actividad cerebral y los marcadores biológicos del estrés, así como indicadores sociales y económicos, como el ingreso per cápita, la calidad de vida y la esperanza de vida. Comprender y medir la felicidad tiene importantes implicaciones para la salud mental y el bienestar humano. La investigación ha demostrado que los niveles más altos de felicidad se asocian con una mejor salud física y mental, así como con una mayor resiliencia frente al estrés. En última instancia, buscar la felicidad es un rasgo distintivo del ser humano. Diversos esfuerzos a nivel global buscan medir los niveles de felicidad en todo el mundo. Según el último Índice Global de Felicidad elaborado por Naciones Unidas, Finlandia es el país más feliz del mundo por sexto año consecutivo.
¿Qué es la felicidad en el trabajo? La felicidad en el trabajo es un concepto complejo y multidimensional que se refiere a un estado emocional positivo que experimentan las personas en el contexto laboral. Una de las definiciones que ha tenido más éxito ha sido la desarrollada por los profesores Salas-Vallina y Alegre de la Universidad de Valencia. Según los autores, la felicidad en el trabajo está compuesta por estas tres dimensiones: * Compromiso : esta dimensión está relacionada con la emoción, la pasión y el estado mental positivo. Es, en definitiva, cómo nos “entregamos” a la organización. Esta vivencia energética y motivacional es una parte intrínseca de la felicidad en el trabajo. * Satisfacción : esta dimensión está ligada a los sentimientos positivos sobre las condiciones laborales. Es un concepto pasivo y reactivo. La valoración positiva de tales condiciones es una parte intrínseca de la felicidad en el trabajo. * Compromiso organizacional afectivo : esta dimensión está vinculada con el sentimiento afectivo hacia la organización. La percepción de vínculos emocionales, identitarios y afectivos con la organización es otra parte intrínseca de la felicidad en el trabajo. ¿Qué incentiva la felicidad del trabajo? Un estudio reciente realizó una revisión sobre la felicidad en el entorno laboral centrándose en organizaciones orientadas al conocimiento, como centros de investigación, empresas tecnológicas, consultoras o empresas de desarrollo de software. El foco de la investigación era entender quiénes eran los responsables de propiciar una mayor o menor felicidad laboral en los empleados de esas organizaciones. Y los autores identificaron estos 4 elementos: * Contexto laboral : la presencia de factores en el entorno laboral, como la autonomía y flexibilidad, demostró ser un facilitador de la felicidad en el trabajo. * Estilo de liderazgo : el estilo de liderazgo determinaba también el nivel de felicidad en el lugar de trabajo, siendo el liderazgo transformacional uno de los más propicios. * Interacciones sociales : la calidad de las relaciones con supervisores y compañeros también resultó tener un peso significativo en el nivel de felicidad en el trabajo. * Recursos personales: la resiliencia y las actitudes positivas fueron los recursos personales con mayor peso que influían positivamente en la felicidad en el trabajo. ¿Disponen las organizaciones de la capacidad de fomentar dicha felicidad? Como se ha esbozado anteriormente, hay un tipo de liderazgo que parece tener la capacidad de “activar” la felicidad en el trabajo de los empleados: el liderazgo transformacional. Ante una avalancha de libros y teorías sobre el liderazgo, siempre es bueno evitar un exceso de entusiasmo sobre cualquier nuevo tipo de liderazgo que emerja, pero a la vez es necesario prestar atención y valorar su posible contribución. En el caso del liderazgo transformacional, este se define por cuatro características básicas: * Influencia idealizada. Sucede cuando una persona es percibida como ejemplo y alguien a quien respetar, estableciendo altos niveles de estándares éticos y morales, haciendo que otros miembros del equipo se identifiquen en ellos. * Motivación inspiradora. Tiene lugar cuando una persona es capaz de estimular y alimentar la motivación en otros, articulando una visión clara y convincente, despertando el sentido de propósito en otros. * Estimulación intelectual. Ocurre cuando una persona inspira y desafía intelectualmente a otros, promoviendo el aprendizaje continuo, fomentado la creatividad y el pensamiento crítico, así como propiciando una retroalimentación constructiva * Consideración individualizada. Emerge al prestar atención personalizada a los demás, facilitado una comunicación abierta y bidireccional, mostrando empatía y reconociendo los logros de los otros. Cuando estos cuatro elementos se personifican en alguien que pone además el foco en los objetivos organizativos, podemos considerar que tiene un liderazgo transformativo. Un estudio publicado en Journal of Business Research con una muestra de 389 empleados de cinco grandes bancos italianos y españoles reveló que había una relación directa entre tener como supervisor a alguien con liderazgo transformacional y experimentar felicidad en el trabajo. Cada vez hay más estudios enfocados en analizar los elementos que favorecen la felicidad laboral, y gran parte de ellos sitúan como clave los recursos personales, pero también las situaciones contextuales y,como hemos visto, el rol del líder. A la luz de todos estos resultados académicos, las empresas que consideran importante trabajar por la felicidad laboral de sus empleados tienen antes ellas una oportunidad de: Medir, a partir de escalas validadas, el nivel de felicidad en el lugar de trabajo de sus empleados y examinar cuáles son los facilitadores que lo hacen posible. Impulsar acciones para facilitar un liderazgo transformacional entre los responsables en la medida de los posible. Fomentar espacios para mejorar la calidad relacional entre las distintas personas que constituyen la organización. En conclusión, la felicidad en el lugar de trabajo no es un concepto abstracto, sino una realidad tangible y medible que puede ser incentivada a través de diversas estrategias. El contexto laboral, las interacciones sociales y los recursos personales juegan un papel crucial en la conformación de una atmósfera laboral positiva. Las organizaciones que aspiren a fomentar la felicidad de sus empleados deben por tanto centrarse en estos aspectos, evaluando y potenciando los facilitadores de la felicidad laboral, promoviendo el tipo de liderazgo más propicio y trabajando para mejorar la calidad relacional en su seno. Solo de esta manera podrán cultivar ambientes laborales en los que la felicidad no sea solo un objetivo, sino una realidad cotidiana.
El tiempo libre es uno de los mayores anhelos en la sociedad occidental. De hecho, hace relativamente poco, se publicó una investigación que aseguraba que la gente más feliz tiene más tiempo y menos dinero. Las autoras de aquel trabajo aseguraban las personas que priorizan el tiempo sobre el dinero tienen mejor calidad de vida : relaciones sociales y carreras más satisfactorias a la vez que más felicidad. Sin embargo, muchas personas que viven en la sociedad contemporánea sienten que no tienen tiempo suficiente para sí mismos, por lo que buscan más constantemente. ¿Pero es realmente perjudicial tener poco tiempo libre? ¿Hay algún inconveniente por tener demasiadas horas de ocio? ¿Cuánto tiempo necesitamos realmente para ser felices? Un equipo de investigadores de la Universidad de Pensilvania y la Universidad de California (EE UU) arrojaron un poco de luz sobre este asunto en un estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology. La investigación se basa en dos conjuntos de datos a gran escala que incluyeron a más de 35.000 estadounidenses. En concreto, los científicos descubrieron que las personas con más tiempo libre suelen tener mayores niveles de bienestar subjetivo, pero sólo hasta cierto punto. Precisamente, encontraron una relación negativa entre el tiempo de ocio y el bienestar subjetivo. Por una parte, los resultados mostraron que el hecho de tener poco tiempo se relaciona con un menor índice de bienestar causado por el estrés. Sin embargo, tener más tiempo libre no se traduce siempre en un mayor nivel de felicidad. Las personas que tenían hasta dos horas libres al día decían sentirse mejor que las que tenían menos tiempo. En cambio, las personas que tenían cinco horas o más de asueto reconocieron que se sentían incluso peor. Al final, una media aproximada de dos o tres horas al día sea probablemente la cantidad ideal de tiempo libre para satisfacer las necesidades de una persona, según los expertos. “La mayoría de la gente tiene muy poco tiempo libre, pero demasiado tiempo libre no siempre es mejor”, afirmó en una nota de prensa Marissa Sharif, experta en marketing de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania y autora principal del estudio. “A veces, disponer de mucho tiempo libre está incluso relacionado con un menor bienestar subjetivo debido a la falta de productividad ”, en palabras de los investigadores. Por tanto, tener demasiado tiempo de descanso puede hacer que la persona no se sienta lo suficientemente productiva, y esto acabe menoscabando su felicidad. En estos casos, la productividad durante el tiempo individual emerge como un factor crucial. En este sentido, señalan los autores del estudio, “el efecto negativo de tener demasiado tiempo para uno mismo puede mitigarse cuando las personas emplean este tiempo en actividades productivas”. Saber gestionar el tiempo En paralelo, los investigadores realizaron otros dos experimentos para corroborar estos hallazgos. En uno de ellos se pidió a los participantes que imaginaran que tenían entre 3,5 y siete horas libres al día y que imaginasen que empleaban ese tiempo en actividades ‘productivas’ (como la actividad física) o ‘no productivas’ (como ver la televisión). Según los resultados, los participantes reconocieron que su bienestar se vería perjudicado sólo si no realizaban alguna actividad de forma provechosa, aunque tuviesen mucho tiempo libre durante el día. En otras palabras, la forma en que las personas pasan su tiempo libre importa, pero lo que se considera ‘productivo’ depende de cada persona. “Si ver dos horas de 'Friends' en tu tiempo libre aumenta tu felicidad, debes hacerlo”, aclaró Sharif. “El objetivo de todo esto es el de cuidarse a uno mismo ”, reflexionó. No obstante, “en los casos en que la gente sí cuente con cantidades excesivas de tiempo, como por ejemplo, después de jubilarse o dejar un trabajo”, añadió, “nuestros resultados muestran que estas personas se beneficiarían de emplear ese tiempo libre con un propósito concreto ”. En definitiva, las conclusiones sugieren que la relación entre el tiempo personal y la felicidad es compleja. Con todo, no se trata simplemente de tener más tiempo, sino de cómo se utiliza ese tiempo. La productividad y la sensación de logro durante el tiempo libre parecen ser factores clave para mantener o mejorar el bienestar subjetivo, incluso cuando se dispone de exceso de tiempo para uno mismo. Según conclusiones basadas en investigaciones científicas, los factores que determinan un equilibrio adecuado entre tiempo libre y felicidad son: la calidad del tiempo (más que la cantidad), la sensación de autonomía sobre esas horas, un balance adecuado con el trabajo, la variedad de actividades, el descanso y la recuperación, las interacciones sociales e incluso la capacidad de adaptarse a esas formas de tiempo libre.
La búsqueda de la felicidad se ha convertido en un rasgo distintivo de los seres humanos. Por eso, no es de extrañar que hayan surgido numerosos esfuerzos a nivel global para medir los niveles de felicidad en todo el mundo. Desde 2012, el Índice Global de Felicidad de Naciones Unidas clasifica a los países en función de su nivel de felicidad. El último que se publicó sitúa a Finlandia (por sexto año consecutivo), como el país más feliz del mundo, seguido de Dinamarca e Islandia. Por el contrario, entre los países con los niveles más bajos de felicidad se encuentran Afganistán, Líbano o Sierra Leona. ¿Pero qué es exactamente lo que nos hace felices? Naturalmente un país no es feliz o infeliz por sí mismo, sino que son sus habitantes los que definen su nivel de bienestar y satisfacción vital. Para entender estas diferencias entre naciones, los investigadores han identificado las características típicas de los países con altos niveles de felicidad. Estos estudios sugieren que los países más prósperos (mayor PIB per cápita) también son más felices, probablemente porque la riqueza les permite acceder a bienes materiales y servicios públicos como la educación o la sanidad. Pero esto no es todo. La calidad de las instituciones -por ejemplo, los tribunales de justicia y los cuerpos de seguridad- o la cultura (creencias y principios compartidos) desempeñan un papel fundamental en la formación de naciones más felices. Según los profesores de la Universidad de Coimbra (Portugal), Maria Conceiçao y Filipe Coelho, los países más felices también son más individualistas (la gente tiende a dar prioridad a sus propios intereses frente a los colectivos) y con niveles más altos de feminidad. “Las sociedades 'femeninas' tienden a mostrar preferencia por la cooperación, el cuidado, el altruismo y la igualdad de oportunidades tanto para hombres como para mujeres, lo que aporta un sentido de equidad. Sin embargo, las sociedades masculinas promueven la competitividad, los logros y los roles de género diferenciados”, en palabras de estos expertos. Otro aspecto que según los investigadores influye en la satisfacción general de un territorio tiene que ver con una distribución equitativa del poder, es decir, con relaciones sociales informales no limitadas por posiciones jerárquicas, y en las que son los votantes y no unos pocos privilegiados quienes marcan el rumbo. Por último, las naciones más felices parecen ser más tolerantes con la incertidumbre, explican, también menos ansiosas a la hora de asumir riesgos y, por tanto, más propensas a aprovechar las oportunidades de la vida. “ Cada nación tiene una gran diversidad de factores culturales, económicos y sociales que conforman sus identidades y experiencias únicas ” subrayan los expertos. Por este motivo, estos investigadores realizaron un análisis cualitativo para analizar esta diversidad entre países en el ámbito de la felicidad. Y según los resultados, existen múltiples “recetas” que pueden dar lugar a un nivel alto de felicidad de un país. Por ejemplo, entre los factores que hacen que países como Canadá, Reino Unido o Estados Unidos tengan un nivel relativamente alto de felicidad se incluyen un reparto equitativo del poder, un alto individualismo, un nivel bajo de incertidumbre o un PIB elevado, según los hallazgos del mencionado estudio. “Estos países poseen una fuerte adhesión a los principios del capitalismo con un nivel relativamente bajo de énfasis en una red de seguridad social. Los individuos de estas sociedades tienden a valorar cualidades como la asertividad o la orientación al rendimiento como motores esenciales de la felicidad”, argumentaron. Como remarcan los investigadores, una “fórmula alternativa” para la felicidad, -que se da en países como Finlandia o Noruega-, abarca esos mismos factores, y al mismo tiempo, otros donde prima la feminidad o el hecho de asumir pocos riesgos. “Tienen sistemas de bienestar social que ofrecen un mayor grado de seguridad y previsibilidad económica y social. Los ciudadanos de estos países tienen una fuerte preferencia por la igualdad y aprecian las ventajas de la previsibilidad ”, alegan en referencia a este modelo. Precisamente, tener algo de seguridad respecto al futuro (por ejemplo, en términos económicos), ofrece en determinados contextos que los individuos puedan perseguir sus intereses sin mayores problemas. Sin embargo, estos modelos no siempre son aplicables en todos los países, como recuerdan los investigadores. En el lado contrario, hay determinados patrones que se dan en los países con la felicidad más baja, aunque no siempre tienen que ver con la riqueza o la economía. De hecho, en países relativamente acomodados, puede haber importantes disparidades sociales y económicas, corrupción, malestar social, inestabilidad política y restricciones a la libertad política que lastran, en términos generales, la felicidad del propio país. ¿Cuál es la 'fórmula' para la felicidad de un país? “Los gobiernos de todo el mundo deberían adoptar un enfoque flexible y adaptable en la formulación de políticas, reconociendo que no existe un enfoque único para promover el bienestar. En lugar de intentar imitar el modelo de un país de éxito, los gobiernos deberían diseñar y aplicar políticas adaptadas a las características únicas del país, como las circunstancias económicas y los valores culturales ”, subrayan en base a su estudio. “Además, para promover la felicidad colectiva, más que actuar sobre factores individuales, los responsables políticos deben asegurarse de que los ingredientes se combinan de forma adecuada. La prudencia debe guiar la creación de indicadores de bienestar subjetivo, ya que no existe una fórmula única que garantice altos niveles de felicidad ”, concluyen.
La felicidad es un estado emocional y subjetivo que se define como un bienestar general y satisfacción con la vida. Aunque su manifestación varía de persona a persona, los investigadores han desarrollado diversas herramientas y métodos para intentar cuantificarla desde una perspectiva científica. Por ejemplo, el test de felicidad del científico Martin Seligman, conocido como Inventario de Felicidad Auténtica, evalúa diferentes aspectos del bienestar subjetivo y la felicidad en las personas. Este test se administra a través del sitio web Authentic Happiness de la Universidad de Pensilvania, proporcionando información sobre cómo se comparan los resultados del usuario con otros individuos y grupos demográficos. Además, existen otras herramientas como la Escala General de Felicidad creada por Sonja Lyubomirsky o el cuestionario PANAS (Positive and Negative Affect Schedule) que examina los estados de ánimo positivos y negativos. También se destacan medidas objetivas de la felicidad, incluyendo indicadores fisiológicos, sociales y económicos. Los niveles de felicidad pueden verse influenciados por factores genéticos, ambientales y culturales. Estudios transculturales han demostrado que las normas culturales influyen en las percepciones y expresiones de la felicidad. Varios factores pueden influir en los niveles de felicidad de una persona. Estos incluyen factores genéticos, como la predisposición a experimentar emociones positivas, así como factores ambientales y sociales, como las relaciones interpersonales, el sentido de propósito y la calidad del entorno físico y social. Pero además de las mediciones subjetivas, los científicos también han explorado indicadores objetivos de la felicidad. Estos incluyen medidas fisiológicas, como la actividad cerebral y los marcadores biológicos del estrés, así como indicadores sociales y económicos, como el ingreso per cápita, la calidad de vida y la esperanza de vida. Comprender y medir la felicidad tiene importantes implicaciones para la salud mental y el bienestar humano. La investigación ha demostrado que los niveles más altos de felicidad se asocian con una mejor salud física y mental, así como con una mayor resiliencia frente al estrés. En última instancia, buscar la felicidad es un rasgo distintivo del ser humano. Diversos esfuerzos a nivel global buscan medir los niveles de felicidad en todo el mundo. Según el último Índice Global de Felicidad elaborado por Naciones Unidas, Finlandia es el país más feliz del mundo por sexto año consecutivo.
¿Qué es la felicidad en el trabajo? La felicidad en el trabajo es un concepto complejo y multidimensional que se refiere a un estado emocional positivo que experimentan las personas en el contexto laboral. Una de las definiciones que ha tenido más éxito ha sido la desarrollada por los profesores Salas-Vallina y Alegre de la Universidad de Valencia. Según los autores, la felicidad en el trabajo está compuesta por estas tres dimensiones: * Compromiso : esta dimensión está relacionada con la emoción, la pasión y el estado mental positivo. Es, en definitiva, cómo nos “entregamos” a la organización. Esta vivencia energética y motivacional es una parte intrínseca de la felicidad en el trabajo. * Satisfacción : esta dimensión está ligada a los sentimientos positivos sobre las condiciones laborales. Es un concepto pasivo y reactivo. La valoración positiva de tales condiciones es una parte intrínseca de la felicidad en el trabajo. * Compromiso organizacional afectivo : esta dimensión está vinculada con el sentimiento afectivo hacia la organización. La percepción de vínculos emocionales, identitarios y afectivos con la organización es otra parte intrínseca de la felicidad en el trabajo. ¿Qué incentiva la felicidad del trabajo? Un estudio reciente realizó una revisión sobre la felicidad en el entorno laboral centrándose en organizaciones orientadas al conocimiento, como centros de investigación, empresas tecnológicas, consultoras o empresas de desarrollo de software. El foco de la investigación era entender quiénes eran los responsables de propiciar una mayor o menor felicidad laboral en los empleados de esas organizaciones. Y los autores identificaron estos 4 elementos: * Contexto laboral : la presencia de factores en el entorno laboral, como la autonomía y flexibilidad, demostró ser un facilitador de la felicidad en el trabajo. * Estilo de liderazgo : el estilo de liderazgo determinaba también el nivel de felicidad en el lugar de trabajo, siendo el liderazgo transformacional uno de los más propicios. * Interacciones sociales : la calidad de las relaciones con supervisores y compañeros también resultó tener un peso significativo en el nivel de felicidad en el trabajo. * Recursos personales: la resiliencia y las actitudes positivas fueron los recursos personales con mayor peso que influían positivamente en la felicidad en el trabajo. ¿Disponen las organizaciones de la capacidad de fomentar dicha felicidad? Como se ha esbozado anteriormente, hay un tipo de liderazgo que parece tener la capacidad de “activar” la felicidad en el trabajo de los empleados: el liderazgo transformacional. Ante una avalancha de libros y teorías sobre el liderazgo, siempre es bueno evitar un exceso de entusiasmo sobre cualquier nuevo tipo de liderazgo que emerja, pero a la vez es necesario prestar atención y valorar su posible contribución. En el caso del liderazgo transformacional, este se define por cuatro características básicas: * Influencia idealizada. Sucede cuando una persona es percibida como ejemplo y alguien a quien respetar, estableciendo altos niveles de estándares éticos y morales, haciendo que otros miembros del equipo se identifiquen en ellos. * Motivación inspiradora. Tiene lugar cuando una persona es capaz de estimular y alimentar la motivación en otros, articulando una visión clara y convincente, despertando el sentido de propósito en otros. * Estimulación intelectual. Ocurre cuando una persona inspira y desafía intelectualmente a otros, promoviendo el aprendizaje continuo, fomentado la creatividad y el pensamiento crítico, así como propiciando una retroalimentación constructiva * Consideración individualizada. Emerge al prestar atención personalizada a los demás, facilitado una comunicación abierta y bidireccional, mostrando empatía y reconociendo los logros de los otros. Cuando estos cuatro elementos se personifican en alguien que pone además el foco en los objetivos organizativos, podemos considerar que tiene un liderazgo transformativo. Un estudio publicado en Journal of Business Research con una muestra de 389 empleados de cinco grandes bancos italianos y españoles reveló que había una relación directa entre tener como supervisor a alguien con liderazgo transformacional y experimentar felicidad en el trabajo. Cada vez hay más estudios enfocados en analizar los elementos que favorecen la felicidad laboral, y gran parte de ellos sitúan como clave los recursos personales, pero también las situaciones contextuales y,como hemos visto, el rol del líder. A la luz de todos estos resultados académicos, las empresas que consideran importante trabajar por la felicidad laboral de sus empleados tienen antes ellas una oportunidad de: Medir, a partir de escalas validadas, el nivel de felicidad en el lugar de trabajo de sus empleados y examinar cuáles son los facilitadores que lo hacen posible. Impulsar acciones para facilitar un liderazgo transformacional entre los responsables en la medida de los posible. Fomentar espacios para mejorar la calidad relacional entre las distintas personas que constituyen la organización. En conclusión, la felicidad en el lugar de trabajo no es un concepto abstracto, sino una realidad tangible y medible que puede ser incentivada a través de diversas estrategias. El contexto laboral, las interacciones sociales y los recursos personales juegan un papel crucial en la conformación de una atmósfera laboral positiva. Las organizaciones que aspiren a fomentar la felicidad de sus empleados deben por tanto centrarse en estos aspectos, evaluando y potenciando los facilitadores de la felicidad laboral, promoviendo el tipo de liderazgo más propicio y trabajando para mejorar la calidad relacional en su seno. Solo de esta manera podrán cultivar ambientes laborales en los que la felicidad no sea solo un objetivo, sino una realidad cotidiana.
El tiempo libre es uno de los mayores anhelos en la sociedad occidental. De hecho, hace relativamente poco, se publicó una investigación que aseguraba que la gente más feliz tiene más tiempo y menos dinero. Las autoras de aquel trabajo aseguraban las personas que priorizan el tiempo sobre el dinero tienen mejor calidad de vida : relaciones sociales y carreras más satisfactorias a la vez que más felicidad. Sin embargo, muchas personas que viven en la sociedad contemporánea sienten que no tienen tiempo suficiente para sí mismos, por lo que buscan más constantemente. ¿Pero es realmente perjudicial tener poco tiempo libre? ¿Hay algún inconveniente por tener demasiadas horas de ocio? ¿Cuánto tiempo necesitamos realmente para ser felices? Un equipo de investigadores de la Universidad de Pensilvania y la Universidad de California (EE UU) arrojaron un poco de luz sobre este asunto en un estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology. La investigación se basa en dos conjuntos de datos a gran escala que incluyeron a más de 35.000 estadounidenses. En concreto, los científicos descubrieron que las personas con más tiempo libre suelen tener mayores niveles de bienestar subjetivo, pero sólo hasta cierto punto. Precisamente, encontraron una relación negativa entre el tiempo de ocio y el bienestar subjetivo. Por una parte, los resultados mostraron que el hecho de tener poco tiempo se relaciona con un menor índice de bienestar causado por el estrés. Sin embargo, tener más tiempo libre no se traduce siempre en un mayor nivel de felicidad. Las personas que tenían hasta dos horas libres al día decían sentirse mejor que las que tenían menos tiempo. En cambio, las personas que tenían cinco horas o más de asueto reconocieron que se sentían incluso peor. Al final, una media aproximada de dos o tres horas al día sea probablemente la cantidad ideal de tiempo libre para satisfacer las necesidades de una persona, según los expertos. “La mayoría de la gente tiene muy poco tiempo libre, pero demasiado tiempo libre no siempre es mejor”, afirmó en una nota de prensa Marissa Sharif, experta en marketing de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania y autora principal del estudio. “A veces, disponer de mucho tiempo libre está incluso relacionado con un menor bienestar subjetivo debido a la falta de productividad ”, en palabras de los investigadores. Por tanto, tener demasiado tiempo de descanso puede hacer que la persona no se sienta lo suficientemente productiva, y esto acabe menoscabando su felicidad. En estos casos, la productividad durante el tiempo individual emerge como un factor crucial. En este sentido, señalan los autores del estudio, “el efecto negativo de tener demasiado tiempo para uno mismo puede mitigarse cuando las personas emplean este tiempo en actividades productivas”. Saber gestionar el tiempo En paralelo, los investigadores realizaron otros dos experimentos para corroborar estos hallazgos. En uno de ellos se pidió a los participantes que imaginaran que tenían entre 3,5 y siete horas libres al día y que imaginasen que empleaban ese tiempo en actividades ‘productivas’ (como la actividad física) o ‘no productivas’ (como ver la televisión). Según los resultados, los participantes reconocieron que su bienestar se vería perjudicado sólo si no realizaban alguna actividad de forma provechosa, aunque tuviesen mucho tiempo libre durante el día. En otras palabras, la forma en que las personas pasan su tiempo libre importa, pero lo que se considera ‘productivo’ depende de cada persona. “Si ver dos horas de 'Friends' en tu tiempo libre aumenta tu felicidad, debes hacerlo”, aclaró Sharif. “El objetivo de todo esto es el de cuidarse a uno mismo ”, reflexionó. No obstante, “en los casos en que la gente sí cuente con cantidades excesivas de tiempo, como por ejemplo, después de jubilarse o dejar un trabajo”, añadió, “nuestros resultados muestran que estas personas se beneficiarían de emplear ese tiempo libre con un propósito concreto ”. En definitiva, las conclusiones sugieren que la relación entre el tiempo personal y la felicidad es compleja. Con todo, no se trata simplemente de tener más tiempo, sino de cómo se utiliza ese tiempo. La productividad y la sensación de logro durante el tiempo libre parecen ser factores clave para mantener o mejorar el bienestar subjetivo, incluso cuando se dispone de exceso de tiempo para uno mismo. Según conclusiones basadas en investigaciones científicas, los factores que determinan un equilibrio adecuado entre tiempo libre y felicidad son: la calidad del tiempo (más que la cantidad), la sensación de autonomía sobre esas horas, un balance adecuado con el trabajo, la variedad de actividades, el descanso y la recuperación, las interacciones sociales e incluso la capacidad de adaptarse a esas formas de tiempo libre.
La búsqueda de la felicidad se ha convertido en un rasgo distintivo de los seres humanos. Por eso, no es de extrañar que hayan surgido numerosos esfuerzos a nivel global para medir los niveles de felicidad en todo el mundo. Desde 2012, el Índice Global de Felicidad de Naciones Unidas clasifica a los países en función de su nivel de felicidad. El último que se publicó sitúa a Finlandia (por sexto año consecutivo), como el país más feliz del mundo, seguido de Dinamarca e Islandia. Por el contrario, entre los países con los niveles más bajos de felicidad se encuentran Afganistán, Líbano o Sierra Leona. ¿Pero qué es exactamente lo que nos hace felices? Naturalmente un país no es feliz o infeliz por sí mismo, sino que son sus habitantes los que definen su nivel de bienestar y satisfacción vital. Para entender estas diferencias entre naciones, los investigadores han identificado las características típicas de los países con altos niveles de felicidad. Estos estudios sugieren que los países más prósperos (mayor PIB per cápita) también son más felices, probablemente porque la riqueza les permite acceder a bienes materiales y servicios públicos como la educación o la sanidad. Pero esto no es todo. La calidad de las instituciones -por ejemplo, los tribunales de justicia y los cuerpos de seguridad- o la cultura (creencias y principios compartidos) desempeñan un papel fundamental en la formación de naciones más felices. Según los profesores de la Universidad de Coimbra (Portugal), Maria Conceiçao y Filipe Coelho, los países más felices también son más individualistas (la gente tiende a dar prioridad a sus propios intereses frente a los colectivos) y con niveles más altos de feminidad. “Las sociedades 'femeninas' tienden a mostrar preferencia por la cooperación, el cuidado, el altruismo y la igualdad de oportunidades tanto para hombres como para mujeres, lo que aporta un sentido de equidad. Sin embargo, las sociedades masculinas promueven la competitividad, los logros y los roles de género diferenciados”, en palabras de estos expertos. Otro aspecto que según los investigadores influye en la satisfacción general de un territorio tiene que ver con una distribución equitativa del poder, es decir, con relaciones sociales informales no limitadas por posiciones jerárquicas, y en las que son los votantes y no unos pocos privilegiados quienes marcan el rumbo. Por último, las naciones más felices parecen ser más tolerantes con la incertidumbre, explican, también menos ansiosas a la hora de asumir riesgos y, por tanto, más propensas a aprovechar las oportunidades de la vida. “ Cada nación tiene una gran diversidad de factores culturales, económicos y sociales que conforman sus identidades y experiencias únicas ” subrayan los expertos. Por este motivo, estos investigadores realizaron un análisis cualitativo para analizar esta diversidad entre países en el ámbito de la felicidad. Y según los resultados, existen múltiples “recetas” que pueden dar lugar a un nivel alto de felicidad de un país. Por ejemplo, entre los factores que hacen que países como Canadá, Reino Unido o Estados Unidos tengan un nivel relativamente alto de felicidad se incluyen un reparto equitativo del poder, un alto individualismo, un nivel bajo de incertidumbre o un PIB elevado, según los hallazgos del mencionado estudio. “Estos países poseen una fuerte adhesión a los principios del capitalismo con un nivel relativamente bajo de énfasis en una red de seguridad social. Los individuos de estas sociedades tienden a valorar cualidades como la asertividad o la orientación al rendimiento como motores esenciales de la felicidad”, argumentaron. Como remarcan los investigadores, una “fórmula alternativa” para la felicidad, -que se da en países como Finlandia o Noruega-, abarca esos mismos factores, y al mismo tiempo, otros donde prima la feminidad o el hecho de asumir pocos riesgos. “Tienen sistemas de bienestar social que ofrecen un mayor grado de seguridad y previsibilidad económica y social. Los ciudadanos de estos países tienen una fuerte preferencia por la igualdad y aprecian las ventajas de la previsibilidad ”, alegan en referencia a este modelo. Precisamente, tener algo de seguridad respecto al futuro (por ejemplo, en términos económicos), ofrece en determinados contextos que los individuos puedan perseguir sus intereses sin mayores problemas. Sin embargo, estos modelos no siempre son aplicables en todos los países, como recuerdan los investigadores. En el lado contrario, hay determinados patrones que se dan en los países con la felicidad más baja, aunque no siempre tienen que ver con la riqueza o la economía. De hecho, en países relativamente acomodados, puede haber importantes disparidades sociales y económicas, corrupción, malestar social, inestabilidad política y restricciones a la libertad política que lastran, en términos generales, la felicidad del propio país. ¿Cuál es la 'fórmula' para la felicidad de un país? “Los gobiernos de todo el mundo deberían adoptar un enfoque flexible y adaptable en la formulación de políticas, reconociendo que no existe un enfoque único para promover el bienestar. En lugar de intentar imitar el modelo de un país de éxito, los gobiernos deberían diseñar y aplicar políticas adaptadas a las características únicas del país, como las circunstancias económicas y los valores culturales ”, subrayan en base a su estudio. “Además, para promover la felicidad colectiva, más que actuar sobre factores individuales, los responsables políticos deben asegurarse de que los ingredientes se combinan de forma adecuada. La prudencia debe guiar la creación de indicadores de bienestar subjetivo, ya que no existe una fórmula única que garantice altos niveles de felicidad ”, concluyen.