Este lunes se confirmó el fallecimiento de la actriz chilena Gabriela Medina a los 89 años, dejando un profundo legado en las artes escénicas nacionales. Reconocida por sus memorables papeles en teleseries, teatro y cine, Medina fue una figura clave en la escena cultural del país durante más de seis décadas. Nacida en Santiago el 7 de octubre de 1935, desde muy pequeña mostró una gran pasión por el teatro, impulsada por su madre. Aunque se tituló como profesora en la Escuela Normal N° 2, su vocación artística la llevó en la década del 60 a integrarse al Teatro Teknos de la Universidad Técnica del Estado, donde debutó en la obra Pan caliente. Desde entonces, su carrera no se detuvo. En televisión, participó en recordadas teleseries como Los Títeres, Ángel Malo, La trampa, Playa Salvaje, Marparaíso, Piel Canela, Brujas y Papi Ricky, además de formar parte de la aclamada serie Los 80. En cine, su talento brilló en películas como Gringuito, Sub Terra, Coronación y Machuca. Durante su trayectoria fue reconocida con varios premios, incluyendo dos galardones APES y un Premio Caleuche a su trayectoria artística en 2024. En esa ocasión, no pudo asistir a la ceremonia, siendo su nieta, la ministra de las Culturas Carolina Arredondo, quien recibió el reconocimiento en su nombre. Gabriela Medina estuvo casada con el locutor Manuel Berríos y posteriormente con el actor César Arredondo, fallecido en 2013. Tuvo seis hijos, entre ellos el también actor Claudio Arredondo. Su extensa filmografía y repertorio teatral son testimonio de una carrera ejemplar, marcada por su profesionalismo, versatilidad y compromiso inquebrantable, destacó Chileactores a través de sus redes sociales. “El legado de Gabriela Medina es parte imborrable de la historia del teatro chileno”. Su partida deja un vacío en la cultura nacional, pero también una huella profunda en generaciones de artistas y espectadores que crecieron admirando su talento. Su partida deja un vacío en la cultura nacional, pero también una huella profunda en generaciones de artistas y espectadores que crecieron admirando su talento.
Este lunes se confirmó el fallecimiento de la actriz chilena Gabriela Medina a los 89 años, dejando un profundo legado en las artes escénicas nacionales. Reconocida por sus memorables papeles en teleseries, teatro y cine, Medina fue una figura clave en la escena cultural del país durante más de seis décadas. Nacida en Santiago el 7 de octubre de 1935, desde muy pequeña mostró una gran pasión por el teatro, impulsada por su madre. Aunque se tituló como profesora en la Escuela Normal N° 2, su vocación artística la llevó en la década del 60 a integrarse al Teatro Teknos de la Universidad Técnica del Estado, donde debutó en la obra Pan caliente. Desde entonces, su carrera no se detuvo. En televisión, participó en recordadas teleseries como Los Títeres, Ángel Malo, La trampa, Playa Salvaje, Marparaíso, Piel Canela, Brujas y Papi Ricky, además de formar parte de la aclamada serie Los 80. En cine, su talento brilló en películas como Gringuito, Sub Terra, Coronación y Machuca. Durante su trayectoria fue reconocida con varios premios, incluyendo dos galardones APES y un Premio Caleuche a su trayectoria artística en 2024. En esa ocasión, no pudo asistir a la ceremonia, siendo su nieta, la ministra de las Culturas Carolina Arredondo, quien recibió el reconocimiento en su nombre. Gabriela Medina estuvo casada con el locutor Manuel Berríos y posteriormente con el actor César Arredondo, fallecido en 2013. Tuvo seis hijos, entre ellos el también actor Claudio Arredondo. Su extensa filmografía y repertorio teatral son testimonio de una carrera ejemplar, marcada por su profesionalismo, versatilidad y compromiso inquebrantable, destacó Chileactores a través de sus redes sociales. “El legado de Gabriela Medina es parte imborrable de la historia del teatro chileno”. Su partida deja un vacío en la cultura nacional, pero también una huella profunda en generaciones de artistas y espectadores que crecieron admirando su talento. Su partida deja un vacío en la cultura nacional, pero también una huella profunda en generaciones de artistas y espectadores que crecieron admirando su talento.