Este martes 6 de agosto, Bolivia conmemora los 200 años de su independencia con una serie de actos protocolares encabezados por el presidente Luis Arce en la ciudad de Sucre, cuna histórica del país. En la Casa de la Libertad, donde en 1825 se firmó el Acta de Independencia, se desarrollará la ceremonia central del Bicentenario, marcada no solo por la solemnidad, sino también por un contexto nacional complejo, atravesado por una aguda crisis económica, tensiones políticas internas y creciente malestar social. Un país en crisis económica estructural Desde 2014, Bolivia ha experimentado un sostenido declive en los ingresos por exportación de hidrocarburos, recurso que durante buena parte del siglo XXI sostuvo el modelo económico del país. Tras años de bonanza impulsados por altos precios internacionales y una fuerte demanda externa, la caída de la producción y la falta de nuevas inversiones estratégicas provocaron una fuerte reducción de los ingresos fiscales en dólares. La consecuencia ha sido una severa escasez de divisas, que ha obligado a aplicar restricciones bancarias al acceso a dólares, afectando importaciones clave y alimentando un mercado informal de divisas donde la cotización duplica al tipo de cambio oficial. Esta distorsión ha encarecido el costo de vida, disparado la inflación y provocado dificultades para garantizar el abastecimiento de combustibles, especialmente diésel y gasolina. De hecho, Bolivia ha pasado de ser exportador de gas natural a importador de carburantes, los que además son fuertemente subsidiados por el Estado, lo que representa uno de los mayores gastos en moneda extranjera junto al pago de la deuda externa. En junio, el presidente Luis Arce advirtió públicamente que el país enfrentaba riesgos de default y reconoció que el suministro de combustibles no estaba asegurado. Disputas políticas y ausencia de responsabilidades A pesar de la gravedad de la crisis, ningún actor político ha asumido plena responsabilidad. El presidente Arce ha atribuido parte de la situación al deterioro de la industria petrolera durante el gobierno de su antecesor, Evo Morales, a pesar de que él mismo fue ministro de Economía durante más de una década en ese mismo período. Asimismo, ha responsabilizado a la Asamblea Legislativa por no aprobar créditos externos que podrían entregar liquidez en dólares, aunque estén destinados a proyectos de inversión pública. Desde la oposición y sectores críticos del oficialismo, se cuestiona el modelo económico vigente y se apunta directamente a la mala gestión del actual gobierno. En ese marco, el expresidente Evo Morales ha profundizado su distanciamiento con Arce, acusándolo de conducir al país a una crisis sin precedentes, en un conflicto de poder que ha polarizado aún más el escenario político. Malestar social y demandas institucionales Las tensiones políticas se suman a un creciente descontento social frente al deterioro económico, la inseguridad, y la falta de respuestas desde el Estado. Bolivia es una sociedad marcada por la desigualdad y la desconfianza institucional, donde los ciudadanos exigen mayor transparencia, un sistema judicial independiente y reformas estructurales que renueven el pacto social. La falta de independencia de los poderes públicos, el estancamiento del aparato judicial y las constantes pugnas entre oficialismo y oposición han generado un clima de incertidumbre, que permea incluso en el desarrollo de los actos del Bicentenario. Celebraciones con tono solemne y mirada al futuro Pese al complejo escenario, Bolivia ha desplegado un calendario de actividades para conmemorar los 200 años de su independencia. Esta semana se presentaron tres monedas conmemorativas: una de curso legal y dos de colección, junto con un monumento dedicado a Juana Azurduy de Padilla, heroína de las guerras de independencia en el Alto Perú. Además, se realizaron desfiles cívicos y se decretaron dos días de feriado nacional para permitir a la población participar de los actos conmemorativos. Uno de los momentos más esperados será el discurso del presidente Luis Arce ante la Asamblea Legislativa, en una sesión solemne en la histórica ciudad de Sucre. Visitas internacionales y cancelaciones Para esta fecha simbólica, se espera la presencia de diversas delegaciones extranjeras y líderes de la región. Entre las visitas confirmadas están la presidenta de Honduras, Xiomara Castro; el presidente de Paraguay, Santiago Peña; y la vicepresidenta de Ecuador, María José Pinto. El presidente chileno Gabriel Boric había confirmado su participación, pero canceló su viaje debido a la tragedia ocurrida recientemente en Chile, tras la muerte de seis trabajadores en un accidente en la mina El Teniente de Codelco. Elecciones y expectativas de cambio La conmemoración del Bicentenario se produce a solo días de las elecciones nacionales, programadas para el 17 de agosto. En ese contexto, el llamado a una renovación política y económica resuena con fuerza en el país. Las encuestas de intención de voto muestran una ventaja de los candidatos de oposición, que proponen cambios profundos al actual modelo económico. No obstante, el porcentaje de indecisos sigue siendo significativo, por lo que el escenario electoral permanece abierto. El clima social y político que rodea al Bicentenario podría influir directamente en los resultados electorales y en el rumbo que adopte Bolivia en los próximos años.
Este martes 6 de agosto, Bolivia conmemora los 200 años de su independencia con una serie de actos protocolares encabezados por el presidente Luis Arce en la ciudad de Sucre, cuna histórica del país. En la Casa de la Libertad, donde en 1825 se firmó el Acta de Independencia, se desarrollará la ceremonia central del Bicentenario, marcada no solo por la solemnidad, sino también por un contexto nacional complejo, atravesado por una aguda crisis económica, tensiones políticas internas y creciente malestar social. Un país en crisis económica estructural Desde 2014, Bolivia ha experimentado un sostenido declive en los ingresos por exportación de hidrocarburos, recurso que durante buena parte del siglo XXI sostuvo el modelo económico del país. Tras años de bonanza impulsados por altos precios internacionales y una fuerte demanda externa, la caída de la producción y la falta de nuevas inversiones estratégicas provocaron una fuerte reducción de los ingresos fiscales en dólares. La consecuencia ha sido una severa escasez de divisas, que ha obligado a aplicar restricciones bancarias al acceso a dólares, afectando importaciones clave y alimentando un mercado informal de divisas donde la cotización duplica al tipo de cambio oficial. Esta distorsión ha encarecido el costo de vida, disparado la inflación y provocado dificultades para garantizar el abastecimiento de combustibles, especialmente diésel y gasolina. De hecho, Bolivia ha pasado de ser exportador de gas natural a importador de carburantes, los que además son fuertemente subsidiados por el Estado, lo que representa uno de los mayores gastos en moneda extranjera junto al pago de la deuda externa. En junio, el presidente Luis Arce advirtió públicamente que el país enfrentaba riesgos de default y reconoció que el suministro de combustibles no estaba asegurado. Disputas políticas y ausencia de responsabilidades A pesar de la gravedad de la crisis, ningún actor político ha asumido plena responsabilidad. El presidente Arce ha atribuido parte de la situación al deterioro de la industria petrolera durante el gobierno de su antecesor, Evo Morales, a pesar de que él mismo fue ministro de Economía durante más de una década en ese mismo período. Asimismo, ha responsabilizado a la Asamblea Legislativa por no aprobar créditos externos que podrían entregar liquidez en dólares, aunque estén destinados a proyectos de inversión pública. Desde la oposición y sectores críticos del oficialismo, se cuestiona el modelo económico vigente y se apunta directamente a la mala gestión del actual gobierno. En ese marco, el expresidente Evo Morales ha profundizado su distanciamiento con Arce, acusándolo de conducir al país a una crisis sin precedentes, en un conflicto de poder que ha polarizado aún más el escenario político. Malestar social y demandas institucionales Las tensiones políticas se suman a un creciente descontento social frente al deterioro económico, la inseguridad, y la falta de respuestas desde el Estado. Bolivia es una sociedad marcada por la desigualdad y la desconfianza institucional, donde los ciudadanos exigen mayor transparencia, un sistema judicial independiente y reformas estructurales que renueven el pacto social. La falta de independencia de los poderes públicos, el estancamiento del aparato judicial y las constantes pugnas entre oficialismo y oposición han generado un clima de incertidumbre, que permea incluso en el desarrollo de los actos del Bicentenario. Celebraciones con tono solemne y mirada al futuro Pese al complejo escenario, Bolivia ha desplegado un calendario de actividades para conmemorar los 200 años de su independencia. Esta semana se presentaron tres monedas conmemorativas: una de curso legal y dos de colección, junto con un monumento dedicado a Juana Azurduy de Padilla, heroína de las guerras de independencia en el Alto Perú. Además, se realizaron desfiles cívicos y se decretaron dos días de feriado nacional para permitir a la población participar de los actos conmemorativos. Uno de los momentos más esperados será el discurso del presidente Luis Arce ante la Asamblea Legislativa, en una sesión solemne en la histórica ciudad de Sucre. Visitas internacionales y cancelaciones Para esta fecha simbólica, se espera la presencia de diversas delegaciones extranjeras y líderes de la región. Entre las visitas confirmadas están la presidenta de Honduras, Xiomara Castro; el presidente de Paraguay, Santiago Peña; y la vicepresidenta de Ecuador, María José Pinto. El presidente chileno Gabriel Boric había confirmado su participación, pero canceló su viaje debido a la tragedia ocurrida recientemente en Chile, tras la muerte de seis trabajadores en un accidente en la mina El Teniente de Codelco. Elecciones y expectativas de cambio La conmemoración del Bicentenario se produce a solo días de las elecciones nacionales, programadas para el 17 de agosto. En ese contexto, el llamado a una renovación política y económica resuena con fuerza en el país. Las encuestas de intención de voto muestran una ventaja de los candidatos de oposición, que proponen cambios profundos al actual modelo económico. No obstante, el porcentaje de indecisos sigue siendo significativo, por lo que el escenario electoral permanece abierto. El clima social y político que rodea al Bicentenario podría influir directamente en los resultados electorales y en el rumbo que adopte Bolivia en los próximos años.